dilluns, 2 de gener del 2017

Padres y profesores: aliados para la causa

Reproduïm l'article que es va publicar al Fapelnews Núm. 7


Signat per Jordi Viladrosa 



La sociedad necesita que su sistema educativo le proporcione el valor de la excelencia sin que se pierda la necesaria equidad entre los alumnos a los que va destinado este noble servicio de interés público que es la educación. Entre los múltiples agentes con que contamos, hay dos que son clave: la familia y el profesorado. Ambos se complementan necesariamente; más aún: si uno u otro apuntan en un sentido diferente, el resultado es nefasto. No hay otra opción; la necesaria implicación de los padres en el desarrollo del proyecto educativo de cada centro escolar es la pieza clave. Sin embargo, esto no bastaría: las competencias que deben tener los docentes actuales han experimentado un cambio notable, ya que lo que hay que saber gestionar actualmente es una situación profesional compleja. Por otro lado, ya sabemos que en la Unión Europea el prestigio social de los maestros ha sufrido una considerable caída y algunos de ellos quizás tengan buena parte de culpa, pero tampoco podemos estar muy orgullosos del papel de los padres en su casa. ¿Qué hacer, por tanto?En primer lugar, apunto la necesidad de que los roles de los padres y los profesionales de la enseñanza no se mezclen en un mismo escenario. Si se comparte un mismo modelo educativo, si hay sintonía con las finalidades que se pretenden tanto en casa como en la escuela, las tutorías personalizadas serán el puente de enlace entre ambas instituciones y cada parte hará su aportación, sin pisar los unos el terreno de los otros. La gestión del aula, la forma de planificar el aprendizaje, laelección de las metodologías más adecuadas, etc. forman parte de la labor docente propiamente dicha. Los valores que se están promoviendo, como el respeto a quien debe ejercer la autoridad o los límites a las demandas continuas de los hijos y las hijas son cosas que se aprenden en casa.El centro escolar es el espacio compartido donde los padres, durante un tiempo limitado, confían su irrenunciable labor de primeros educadores a los profesionales de la educación. En segundo lugar, pienso que debemos admitir que buena parte de los nuevos profesores llegan a las aulas preparados insuficientemente para trabajar con todas las competencias que se supone que deben tener. Las Facultades de Educación deben reorientar buena parte de sus planes de estudios y adaptarlos a las capacidades con que deben contar los profesores. Por ejemplo, muchos de los estudiantes de Magisterio nunca han recibido formación específica en la mejora de su comunicación oral, ni en el dominio del lenguaje no verbal o en las habilidades interpersonales que hay que tener para la resolución de conflictos. Y dejo de lado, en esta ocasión, el reto de la mayoría de licenciados que recalan en las aulas de secundaria. Por otra parte, son aprovechadas todavía de manera insuficiente las escuelas de padres y madres o los servicios de asesoramiento familiar que habría que prestar desde los propios centros docentes.En tercer lugar, hay que encontrar el equilibrio entre la dinamización que precisa la enseñanza actual, en la que la transmisión tradicional de los conocimientos ya no es la máxima prioridad, y la necesidad de asegurar que el profesorado pueda ejercer su labor docente en condiciones. Esto es: dotar a los centros de la autonomía necesaria para poder aplicar en cada caso las medidas en pro de la convivencia que se estimen oportunas, reforzar la autoridad de los equipos directivos y del profesorado con las modificaciones legales que sea necesario y, sobre todo, premiar la cultura del esfuerzo por parte del alumnado, el respeto, el trabajo bien hecho y la excelencia. La educación en los valores que no caducan sigue siendo, por otra parte, una tarea prioritaria e insustituible de las familias.

Y, finalmente, hay que dar un paso decidido hacia la evaluación y la autoevaluación de la función docente como camino imprescindible para la mejora sistemática de cada profesional y, por extensión, de los centros y del sistema educativo. Habrá que encontrar los instrumentos y las estrategias más idóneas para cada caso, garantizar las condiciones del proceso y establecer las consecuencias de los resultados que se obtengan. Estos resultados deben ir en la línea de una carrera profesional que no ponga el acento sólo en incentivos económicos igualitarios, sino en la bonificación del trabajo bien hecho.


Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada